TE ESTOY PERDIENDO
Te estoy perdiendo
en cada voz que escuchas,
en cada rostro que contemplas,
en cada gesto tuyo,
en cada lugar
que recibe a tu cuerpo.
Ser como la luz
que te envuelve, por la que dejas
un retazo de sombra. Ser
como la noche que te obliga
a un pensamiento, a un deseo,
a un sueńo.
Ser una materia leve,
una corriente extensa
que te persiga siempre.
No ser esto que soy
y que te está perdiendo.
(Washington Delgado)
sábado, 18 de diciembre de 2010
miércoles, 15 de diciembre de 2010
viernes, 3 de diciembre de 2010
Cuando las fábulas confabulan
Insistí en tocar la puerta. Me advirtieron que no lo hiciese. “Es difícil de tratar, profa”. “No le vaya a gritar”. No me amilané. Había llegado puntual a mi clase, de un excelente humor. Desperté despejada, no recuerdo qué había soñado pero desperté sonriendo. Todo era bueno. Imaginé en ese momento que el profesor probablemente era algo huraño, pero nada fuera de lo común. Solo era cuestión de explicarle que debía de iniciar mi clase, y que por favor dejase libre el aula. Muy simple. Insistí con la puerta. Me observó por la ventanita, como se mira a un pescado muerto. Insistí en tocar, y esta vez le hice un gesto: mi dedo índice derecho señalaba mi reloj pulsera que reposaba en mi muñeca izquierda. Y como muestra cortés, le sonreí. Esta vez, me miró como a un pescado bien muerto y además volteó el rostro. Respiré profundamente. Decidí darle unos minutos más. Cinco. Luego, por inercia, toqué nuevamente la puerta. Entonces, lo vi pararse en todo su ser, sobre sí mismo, y se dirigió con expresión sombría hacia ese trozo de madera que nos separaba. Tuve miedo, pero no pensaba huir. Abrió la puerta y embistió con un "por qué tanta insistencia". Una voz hiriente. Me sentí avergonzada. Era cierto. Tenía mal carácter. Argumenté que tenía que dictar, que en ese salón se desarrollaba el curso, y bueno, que ya estaba en hora. Sus alumnos pasaron a retirarse, él les indicó que solicitasen otro salón en secretaria. Solo los dos quedamos en el recinto. “¿Ud. qué curso dicta?", "¿Desde hace cuanto tiempo trabaja Ud. aquí?". "¿Sabe quién soy yo?". Palabras piedras. Le respondí con calma, se veía que estaba muy dispuesto a discutir y que en ese arte él me aventajaba. Después, imperó mi mutismo. Había decidido ser prudente.
Tranquilamente arreglé mis cosas sobre el escritorio, y él me miraba esperando algo más. Y descargó: "Qué ha dicho ud?", con claras muestras de indignación, como si le hubiese dicho alguna palabra grande. Le respondí: "nada", pues efectivamente, mi silencio era irrefutable. Me dijo entonces: "pues debería decirme algo", "he tomado parte de su tiempo", "de su clase". No sé si esto último lo hablaba en serio o con sarcasmo. Solo supe que ese hombre era un zorro viejo y yo me reconocí entonces como el cordero. Empecé a reírme. Su molestia fue mayor y creo que evaluó venírseme encima y morderme la yugular; pero minutos antes, estratégicamente, yo había hecho pasar a mis alumnos al aula. Por lo menos veinte testigos cualificados. Reflexionó y se limitó a irse, mirando unas nubes imaginarias y guardando en sus labios su último argumento.
Esopo, qué sorpresa me deparas a futuro? Qué zorro traerá el verano?
Tranquilamente arreglé mis cosas sobre el escritorio, y él me miraba esperando algo más. Y descargó: "Qué ha dicho ud?", con claras muestras de indignación, como si le hubiese dicho alguna palabra grande. Le respondí: "nada", pues efectivamente, mi silencio era irrefutable. Me dijo entonces: "pues debería decirme algo", "he tomado parte de su tiempo", "de su clase". No sé si esto último lo hablaba en serio o con sarcasmo. Solo supe que ese hombre era un zorro viejo y yo me reconocí entonces como el cordero. Empecé a reírme. Su molestia fue mayor y creo que evaluó venírseme encima y morderme la yugular; pero minutos antes, estratégicamente, yo había hecho pasar a mis alumnos al aula. Por lo menos veinte testigos cualificados. Reflexionó y se limitó a irse, mirando unas nubes imaginarias y guardando en sus labios su último argumento.
Esopo, qué sorpresa me deparas a futuro? Qué zorro traerá el verano?
Aceptación de mi naturaleza
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