lunes, 24 de octubre de 2011

Lo que no debí preguntar

Eramos ella, él y yo. Ella lo cuidaba amorosamente, aunque él no prestaba mayor atención a sus detalles. Él permanecía en silencio, miraba al cielo, jugaba desorbitando sus ojos y masticaba con afán algo entre sus dientes sin necesidad de abrir la boca. Ella me intrigaba por la adoración que prodigaba a su pequeño crio, y él por su deleite en lo que masticaba. De tanto observarlos, ella me dijo "¿qué quieres saber?" No fue agresiva al decirme esto, solo lo suficientemente directa como para entender que era mejor preguntar de una buena vez. Con la licencia para curiosear, opté por saber qué estaba masticando el niño ese. Ella: "Muéstrale a la señorita". El niño abrió la boca y se acercó para que pudiese observarle. Su lengua desprendida flotaba en sangre. Las profundas laceraciones que tenía me provocaron dolor ajeno. Pero el niño sonreía. La señora sonreía. Yo también sonreí.

domingo, 9 de octubre de 2011

La danza de los osos

Los osos danzan al son de las estrellas. ¿Recuerdas? La Quijotina sabe. Bailemos nosotros también aunque arrastres una pierna. Mira, allí va una hada fugaz. ¿Qué deseas? Es cierto, es mejor no decirlo. Sigamos bailando. Ayer te soñé, reías estrepitosamente y asustabas a mi hermana menor. Yo le invitaba una fresa. Ella nos miraba desconfiada. Por ánimo de provocación, yo imitaba tu risa y haciamos que las ventanas convulsionasen. Qué risotadas de tan mal gusto, pero qué alegría tan buena. Deberiamos ser así siempre, pero sin el deber. ¿Quieres seguir bailando? La música no podría acabarse pues no hay música, simplemente te sigo en cada sístole y diástole. Tu corazón es mi estrella. Tengo planos para el futuro pero los he cambiado todos por un manojo de azucenas. Ahora en mi sala el olor de estas flores ha penetrado hasta en el teléfono. Se está bien así. Con las manos vacías y la sonrisa llena. Bailemos y sigamos bailando. Que tu corazón es mi estrella.