lunes, 17 de diciembre de 2012

Ernesto los lunes no está


Usted no me cree, lo sé. Mientras le hablo ha estado apuntando en su cuadernito como si estuviese muy serio, pero le he sorprendido sonreirse dos veces. Cuando le he dicho que ser lo que llaman "persona cuerda", cuesta la vida, me ha mirada con respeto, me he sentido su igual. Y es que es un fastidio estarse todos los días como si vivir  de la manera que se nos dice fuese fácil. Amanecer, salir de cama, dar los buenos días a la familia, bañarse, vestirse, mirarse al espejo y dar el visto bueno antes de salir de casa. Ir al trabajo. Regresar a casa, cenar, compartir algunos episodios del día, desvestirse, bañarse, dar las buenas noches, ir a la cama, anochecer y ya. Un día menos. 

Y ya. ¿Y ya? ¡Y ya! 

Como si el sol no fuese digno de ser mirado y visto con sorpresa o espanto. 
Como si los ancianos no fueran seres sobrenaturales sobre los que el tiempo cae y mientras les resta los suma. 
Como si el aire no golpease en nuestros pulmones y nos guardase de sus secretos. 
Como si en el mar no quedasen monstruos y algún día pudiese salir uno a gritar "ESTOY HARTO" y luego morir porque en nuestra superficie le falta el aire. 
Como si mi madre y tu madre no hubiesen querido cantar una canción mientras despedazaban una vaca y así espabilar su llanto. 
Como si hoy un hombre no hubiese tragado polvo de esteras y llantas mientras pensaba en su buena suerte porque en su miseria estaba mugroso, pero era un mugroso enamorado. 
Como si no fuese posible que los arboles levantasen sus raices como piernas y echasen a correr atrás de todo lo que ya no hay y cansados de su soledad con sus ramas empazarán a volar para irse muy muy lejos. 
Como si no tuviese dentro mío una bomba de mil latidos que cada ochocientos kilómetros se detiene saca sus dientes y me muerde. 

¡Y ya! ¿Y quiere que cada día me trague un pan y no me angustie? Claro que me angustio. El mundo no puede girar si alguien no está soñándolo. Y nosotros imaginamos el mundo, ¿sabe? Lo que no sucede ante nuestros ojos, habita en nuestras mentes. Y por eso el mundo gira. Qué fuerza gravitacional mis calzoncillos. Nosotros somos la fuerza del mundo. Pero ahora estamos vacíos. Ya no somos nada. Y sí, ya no somos nada, porque usted aunque se ría sabe que se ha vuelto una nada. 

Usted no me cree, lo sé, pero no tiene que creerme, no tengo porque convencerlo de algo que usted ya sabe. Y sigue apuntando en su cuadernito. ¡Solo falta que quiera tomarme una foto! Bueno, si es así, primero déjeme dormir, mañana que esté mejor descansado, vuelva y tráigame un peine. Mañana es martes, días de muerte y muerto. Pero el martes de mañana, creo que será un día agradable. Y ahora váyase. Que hoy es lunes, y no me gustan las visitas.

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