lunes, 24 de febrero de 2014

El tigre vegetariano

La gente aplaudía de pie. Aseguraban la función con el mismo acto. El ilusionista cerraba la noche colocando su cabeza en las fauces del gran tigre. La respuesta era colectiva. 

OHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH.... 

El gran tigre imponía temor a los asistentes, los niños eran lo que expresaban mayor impresión, y algunas damas ocultaban con las palmas de las manos sus rostros; y sin embargo nadie se movía de su asiento hasta que no viesen al tigre en escena.

La estrella el espectáculo era un ser educado para manso, criado para alimentarse de vegetales, instruido para rugir cuando le indicasen. Un tigre aun joven. Era como cualquier tigre a simple vista. Nada fuera de lo común. Si usted fuese un tigre, diría “es un tigre como yo”. Por ello nadie pudo comprender el accidente.

Los aplausos fueron reemplazados por gritos y sollozos. Los integrantes del elenco tampoco reaccionaban sino con estupefacción.

El tigre vegetariano masticaba la cabeza que había cercenado. Y aunque sintió asco también experimentó una agradable satisfacción. El espectáculo había terminado.

Era como cualquier tigre a simple vista. Nada fuera de lo común. Si usted fuese un tigre, hubiese dicho “es un tigre como yo”.

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