domingo, 22 de julio de 2012

Picassiana


Algunas mañanas despierta con la sensación de ser un cuadro de Picasso. Esto es que su ojo pequeño desciende a la altura de su mandíbula y su ojo grande sube a lo más alto de su frente. El lado izquierdo de su rostro vira más hacia la izquierda y queda la forma de su cabeza como la de una flecha. La percepción de lo que observa entonces deviene así en estancias que no encajan, objetos poco conclusos como estrellas fugaces sin cola pero con mucha luz. A un común mortal su rostro resulta horrendo, mas ella se siente bellísima cuando amanece Picassiana. Menos insulsa y casi casi una cosmopolita. Cuando amanece Picassiana, todo en el transcurso del día le va mejor que otros días. Mas la ilusión se tambalea... por algún motivo recuerda que no es una pintura, y empieza a correr para huir de la verdad que ya se le susurra en la oreja. Y corre como corren los fugitivos, a salto de mata y a campo traviesa, hasta agotarse. 


En las noches, teme y presiente que al día siguiente el efecto de vanguardia habrá terminado. Por ello ha logrado manipular sus sueños, para cada noche estar frente a frente con Picasso. Durante los primeros intentos, le rogaba. Ahora, le exige que deje de ser tan cruel, que no juegue así, que debe de firmarla para que la realidad ya no la altere, para que sea siempre Picassiana. Pero Picasso que es un animal no la quiere escuchar. La justicia poética solo le permite a ella despertar de cuando en cuando convertida en un cuadro de Picasso, lo mejor que pudo haber producido ese hombre, aunque ese hombre fuese un animal.

No hay comentarios: