
1.- Lograr sacar las manchas de tinta negra que quedaron en mi blusa blanca.
2.- Entender lo que quiere decir Kant en Crítica de la razón pura.
3.- Mantener mi biblioteca ordenada
4.- Dejar de comprar maniáticamente libros cuando algunos de ellos difícilmente los leeré algún día.
5.- Escuchar con calma a las personas que dicen necedades.
6.- Relacionada a la anterior, no echar a volar a quienes me preguntan qué pienso hacer con mi vida.
7.- No sentirme nerviosa al hablar en público.
8.- Evitar ser alimento de zancudo.
9.- Conseguir hablar inglés sin interrupciones mentales de castellano y francés.
10.- Recordar los rostros y nombres de los conocidos en tercera generación (amigos de mis amigos).
11.- Comer verduras picadas en tamaño extra large.
12.- Dejar de comer chucherías cuando estoy ansiosa.
13.- Compartir mis más oscuros pensamientos con mi sicoanalista. Me da roche.
14.- Bailar coordinadamente, coherentemente y sustancialmente.
15.- Salir de mi cuarto cuando hay visitas, para mí desconocidas, en casa.
16.- Celebrar mi cumpleaños.
17.- Ver el mar sin pensar en la lista de personas a las que lanzaría en él. Es inevitable, por eso el mar me hace sentir tan bien.
18.- No llorar en las escenas melodramáticas de las películas, novelas, series, y dibujitos.
19.- Resistirme a entrar en una galería o museo cuando paso cerca.
20.- Volver a dibujar en mis ratos libres.
21.- Hablar pausadamente cuando estoy acelerada.
22.- Sentirme responsable de que todo tenga que salir bien cuando todo empieza a salir mal.
23.- Negarme a ayudar a mi padre.
24.- Disimular que estoy incómoda cuando estoy incómoda.
25.- Y la top top top: Sobrevivir al día de la madre con éxito. Es decir, yo sin sentimientos de culpa; y ella sin proclamas de que no vale la pena ser madre.
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