sábado, 1 de mayo de 2010

Ni tan víctimas, ni tan virtuosas



Ellas se sientan juntas, salen al recreo juntas, juegan juntas, van al baño juntas, y los molestan juntas. Ellas son 12 y ellos 2. La diferencia cuantitativa es marcada. Inicialmente, hubo espacio para las contemplaciones. Pero reconocidos a detalle, la cortesía entre desconocidos cedio a la implacable confianza de los que se han medido y pesado y saben cuál es el lugar que ocupan en el mundo. O sabes cuál es o aprendes pronto a que ya te designaron uno. Además, tienen 10 años. Son niños, y los niños pueden ser muy crueles.

B y D, descubrieron pronto que convivir con 12 chicas puede ser dificil. Pueden no golpearte en el recreo, pero sus miradas son capaces de reducirte a la nada; y sus palabras pueden ser tremendamente hirientes... Alguna vez alguien te dijo: "ojalá que te vayas y no vuelvas" y 11 personas más corearon: "sí, que se vaya, que se vaya" mientras te miraban sin verte? Parece simple, pero para hacer daño no es necesaria tanta complejidad.

Ellas acusan a D de ser sucio, y a B de ser tonto. No los invitan a jugar, y en clase si quieren participar en los grupos de trabajo, no los escuchan. B y D, hablan entre sí para corroborar si sus voces las oye alguien.

B y D viven en un mundo que pocos sospechan. Para B y D, el mundo es de las chicas. Ellas colocan las reglas, dirigen los grupos, coordinan los juegos, obtienen las más altas calificaciones, y son las que representan al aula en las actividades generales.

En lo posible, intervengo. Pero las maquiavelicas mentecillas de esas niñas escapan a mi control. En conjunto se las he encargado a la sicóloga; a la par, le he encomenado a B y D, para que no terminen odiando a las mujeres por el resto de sus vidas.

Probablemente es mi debilidad hacia los débiles lo que hace que B y D me parezcan adorables; sobre todo D que cuenta historias muy extrañas sobre muertos vivientes, y que por estas extrañas historias es aún más marginado por las chicas... Esas pequeñas niñas aparentemente indefensas.

Dejo en la arena cualquiera de mis rezagos feministas. No soy de una bando ni del otro. Si, finalmente, basta solo las circunstancias "adecuadas" para comprobar que la mujer puede ser tan abusiva como cualquier hombre; entonces, solo somos circunstancias. Y a veces, pues sí, podemos perfectamente ser malas, muy malas.

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