TE ESTOY PERDIENDO
Te estoy perdiendo
en cada voz que escuchas,
en cada rostro que contemplas,
en cada gesto tuyo,
en cada lugar
que recibe a tu cuerpo.
Ser como la luz
que te envuelve, por la que dejas
un retazo de sombra. Ser
como la noche que te obliga
a un pensamiento, a un deseo,
a un sueńo.
Ser una materia leve,
una corriente extensa
que te persiga siempre.
No ser esto que soy
y que te está perdiendo.
(Washington Delgado)
sábado, 18 de diciembre de 2010
miércoles, 15 de diciembre de 2010
viernes, 3 de diciembre de 2010
Cuando las fábulas confabulan
Insistí en tocar la puerta. Me advirtieron que no lo hiciese. “Es difícil de tratar, profa”. “No le vaya a gritar”. No me amilané. Había llegado puntual a mi clase, de un excelente humor. Desperté despejada, no recuerdo qué había soñado pero desperté sonriendo. Todo era bueno. Imaginé en ese momento que el profesor probablemente era algo huraño, pero nada fuera de lo común. Solo era cuestión de explicarle que debía de iniciar mi clase, y que por favor dejase libre el aula. Muy simple. Insistí con la puerta. Me observó por la ventanita, como se mira a un pescado muerto. Insistí en tocar, y esta vez le hice un gesto: mi dedo índice derecho señalaba mi reloj pulsera que reposaba en mi muñeca izquierda. Y como muestra cortés, le sonreí. Esta vez, me miró como a un pescado bien muerto y además volteó el rostro. Respiré profundamente. Decidí darle unos minutos más. Cinco. Luego, por inercia, toqué nuevamente la puerta. Entonces, lo vi pararse en todo su ser, sobre sí mismo, y se dirigió con expresión sombría hacia ese trozo de madera que nos separaba. Tuve miedo, pero no pensaba huir. Abrió la puerta y embistió con un "por qué tanta insistencia". Una voz hiriente. Me sentí avergonzada. Era cierto. Tenía mal carácter. Argumenté que tenía que dictar, que en ese salón se desarrollaba el curso, y bueno, que ya estaba en hora. Sus alumnos pasaron a retirarse, él les indicó que solicitasen otro salón en secretaria. Solo los dos quedamos en el recinto. “¿Ud. qué curso dicta?", "¿Desde hace cuanto tiempo trabaja Ud. aquí?". "¿Sabe quién soy yo?". Palabras piedras. Le respondí con calma, se veía que estaba muy dispuesto a discutir y que en ese arte él me aventajaba. Después, imperó mi mutismo. Había decidido ser prudente.
Tranquilamente arreglé mis cosas sobre el escritorio, y él me miraba esperando algo más. Y descargó: "Qué ha dicho ud?", con claras muestras de indignación, como si le hubiese dicho alguna palabra grande. Le respondí: "nada", pues efectivamente, mi silencio era irrefutable. Me dijo entonces: "pues debería decirme algo", "he tomado parte de su tiempo", "de su clase". No sé si esto último lo hablaba en serio o con sarcasmo. Solo supe que ese hombre era un zorro viejo y yo me reconocí entonces como el cordero. Empecé a reírme. Su molestia fue mayor y creo que evaluó venírseme encima y morderme la yugular; pero minutos antes, estratégicamente, yo había hecho pasar a mis alumnos al aula. Por lo menos veinte testigos cualificados. Reflexionó y se limitó a irse, mirando unas nubes imaginarias y guardando en sus labios su último argumento.
Esopo, qué sorpresa me deparas a futuro? Qué zorro traerá el verano?
Tranquilamente arreglé mis cosas sobre el escritorio, y él me miraba esperando algo más. Y descargó: "Qué ha dicho ud?", con claras muestras de indignación, como si le hubiese dicho alguna palabra grande. Le respondí: "nada", pues efectivamente, mi silencio era irrefutable. Me dijo entonces: "pues debería decirme algo", "he tomado parte de su tiempo", "de su clase". No sé si esto último lo hablaba en serio o con sarcasmo. Solo supe que ese hombre era un zorro viejo y yo me reconocí entonces como el cordero. Empecé a reírme. Su molestia fue mayor y creo que evaluó venírseme encima y morderme la yugular; pero minutos antes, estratégicamente, yo había hecho pasar a mis alumnos al aula. Por lo menos veinte testigos cualificados. Reflexionó y se limitó a irse, mirando unas nubes imaginarias y guardando en sus labios su último argumento.
Esopo, qué sorpresa me deparas a futuro? Qué zorro traerá el verano?
Aceptación de mi naturaleza
viernes, 1 de octubre de 2010
the life is complicated

3: 30. Terminó el receso y la tercera parte del salón no regresa de su recreo. Me incomoda. He dormido mal, he almorzado mal... estoy irritable. Falta la tercera parte. Igual reanudo la clase. Los percibo distraidos, debo ser profesora maga. Recurro a alguna trucos de narración, despliego ficciones de Palma. Pierdo la concentración al escuchar al grupo que llegó tarde. Tocan insistentemente la puerta. Me molesta y elevo los ojos al cielo. No lloverá. Empiezo a sofocarme. La chompa cuello tortuga me ahoga y pienso en quitármela mientras sigo hablando; cuando mis manos están por empezar su labor desprendedora, recuerdo que no llevo otra prenda bajo esa chompa, salvo el brassier. Mis manos se detienen contra su voluntad.
Aún sigue haciendo calor. Recuerdo que en alguna serie vi a un personaje muy serio, muy formal, desnudarse ante todo un grupo de gente, esto sin dejar de disertar sobre un tema x; el motivo que lo llevaba a desvertirse era un colapso nervioso. Era muy gracioso pues él actuaba con total calma, sin percatarse de lo que hacía, como si se tratase de respirar. Me pregunté si estaría entonces pasando algo similar conmigo. Sonreí mentalmente por recurrir a una serie (Frasier) para explicar mis actos. Mientras tanto sigo hablando a los ya seducidos oyentes. En paralelo, en anterior mientras tanto, la chompa continúa ahogándome, y considero seriamente en dejar obrar a mis manos. Pienso que si al inicio mis interlocutores se escandalizarían, luego lo inusual se normalizaría y la clase transcurriría sin aspavientos. Y mejor todavía, yo estaría cómoda, sería libre, entonces la clase me resultaría excepcional. Vuelvo a reirme de mí.
Recuerdo que hoy se cumple un mes de esta nueva vida, que yo elegí esto, que me exigí esto, y sonrío. Esta vez para mí y para ellos. Estoy exhausta. Nunca antes he sentido tanta angustia, dolor, y cansancio. Pero soy feliz. Tal vez de manera incomprensible y retorcida. Sí.
¿Alguna vez ha sido fácil?
jueves, 15 de julio de 2010
Entreacto circence

¿Quereis entretenimiento? Pasaos entonces a la carpa Mil encantos, mil ficciones... A la derecha vislumbrareis estrellas coloridas, una que otra algo funebre y es que aún no se han adaptado a la modernidad, yo ya les dije qe todo es imagen que eso vende, ya he llevado con ellas algo de marqueteo astral: Brillar Brillar.... A la izquierda ohhh mariposas de chocolate derritiéndose mientras vuelan y van dejando a su paso sabores deliciossos... En el ángulo norte, hermosas maniquies sin cabeza que hacen volteretas en el aire y son de energía visual, mientras más las mireis más rápido girarán... En el ángulo sur, un diminuto agujero negro que está impaciente de crecer, solo necesita que os acerqueis lo suficiente. Y en el centro, quien dirije toda esta farsa Moi, con una nueva treta (bien sabeis que no me gusta repetir). Una gran vitrina entre mi persona y el mundo con un gran letrero que dice: "No tocar". Así ellos de un lado y yo del otro, ¿quién puede salir herido? Al menos, no yo. Ya veis, todo cien por ciento seguridad y a la vez caos, ¿no es acaso el paraiso? Pasaos entonces a tanta confusión, no quedeis quieto, porque aquí todo se mueve y quien se queda quieto se lo come el ratón carnívoro que he amaestrado. Moveos , sonreios, y sobre todo no lo olvides ficcion, mucha ficcion. Si no llevais alegre el alma eso no impide alegrar la de otros y en tanta mascarada quien sabe todos podriamos en algún momento estar sonriendo de verdad.
viernes, 9 de julio de 2010
Usos y desusos
(En colaboración con Agnes)
He encontrado un trozo de hilo. ¿Qué hacer? ¿Lo utilizo para coser o me ahorco con él? Opto por lo segundo.
Fue una buena elección. El hilo ha resistido con firmeza. He sido yo quien, frágil, se ha partido en dossssssssss.
- C. E. Saldivar -
Lima, noviembre de 2009
martes, 29 de junio de 2010
La triste historia de un viandante
Su cuerpo que ahora es solo una masa informe similar a una alfombra llamó mi atención. Inicialmente imaginé un tapete cruzando la calle, y este artículo se pudo haber llamado: "La alfombra que no llegó a la otra acera". Algo en él me permitió distinguir que se trataba de otra cosa. Aunque la mayor parte de su carne, huesos y piel han terminado adosándose a la pista, unos pequeños montículos sobresalen de su plana dimensión. Son las cuatro pezuñas de ese viandante que dejan así su última huella-rastro.
Intento imaginar cómo murió atropellado, cómo un vehículo no reparó en detenerse cuando sintió el impacto y, sin alterar su ruta, pasó sobre su cuerpo. Después, el pobre animal pudo estar aún con vida, pero inmediatamente debió de venir un bus que repasó sobre él. Ya muerto debió ser cuestión de unas cuantas horas en una autopista de tránsito pesado, y el poco interés de los conductores por un ligero bache en su camino, lo que debió comprender la metamorfosis de su canina forma.
Después de haber imaginado esto, intento olvidarlo pues cierta angustia se encrispa en mi estómago. Los tiesos restos de lo que en vida constituían un perro parecen decirme: yo fui viandante y temo por tu vida.
Intento imaginar cómo murió atropellado, cómo un vehículo no reparó en detenerse cuando sintió el impacto y, sin alterar su ruta, pasó sobre su cuerpo. Después, el pobre animal pudo estar aún con vida, pero inmediatamente debió de venir un bus que repasó sobre él. Ya muerto debió ser cuestión de unas cuantas horas en una autopista de tránsito pesado, y el poco interés de los conductores por un ligero bache en su camino, lo que debió comprender la metamorfosis de su canina forma.
Después de haber imaginado esto, intento olvidarlo pues cierta angustia se encrispa en mi estómago. Los tiesos restos de lo que en vida constituían un perro parecen decirme: yo fui viandante y temo por tu vida.
jueves, 24 de junio de 2010
La despedida frustrada
Enlutadísima llega al hospital
Solo unas horas antes, ella había recibido una llamada telefónica desde el hospital. La frase con la que se su mente resumió todo fue: "Señora venga a ver inmediatamente a su esposo si aun quiere encontrarlo vivo".
Ella se tomo su tiempo en vestirse. Escogió con delicadeza un conjunto sobrio y los accesorios que entonasen. Seria la última vez que estaría ante su presencia. Él debía de verla perfecta.
- Que se muera rabiando al saber lo bien que estaré sin él.
Llegó justo cuando su cuñado cancelaba las medicinas y coordinaba el traslado a una clínica.
- ¡Andrea! Cuñada, debes ser fuerte. No te preocupes, todo estará bien. Ya he pagado los gastos al ver que tú no venias. Supuse que aun no te enterabas de nada. Pero qué es esa cara de susto? Ya te dije, todo estará bien. Ya hable con el doctor, Pepe es fuerte, se sobrepondrá de esto.
Andrea no tenía cara de susto. Sentía de todo menos susto.
- Gracias, Antonio. Qué haría yo sin José, qué haría yo…
Solo unas horas antes, ella había recibido una llamada telefónica desde el hospital. La frase con la que se su mente resumió todo fue: "Señora venga a ver inmediatamente a su esposo si aun quiere encontrarlo vivo".
Ella se tomo su tiempo en vestirse. Escogió con delicadeza un conjunto sobrio y los accesorios que entonasen. Seria la última vez que estaría ante su presencia. Él debía de verla perfecta.
- Que se muera rabiando al saber lo bien que estaré sin él.
Llegó justo cuando su cuñado cancelaba las medicinas y coordinaba el traslado a una clínica.
- ¡Andrea! Cuñada, debes ser fuerte. No te preocupes, todo estará bien. Ya he pagado los gastos al ver que tú no venias. Supuse que aun no te enterabas de nada. Pero qué es esa cara de susto? Ya te dije, todo estará bien. Ya hable con el doctor, Pepe es fuerte, se sobrepondrá de esto.
Andrea no tenía cara de susto. Sentía de todo menos susto.
- Gracias, Antonio. Qué haría yo sin José, qué haría yo…
sábado, 19 de junio de 2010
sábado, 12 de junio de 2010
Hoy siento paz
domingo, 30 de mayo de 2010
Amor antialérgico

Una señora pequeñita, casi diminuta, camina entre las callejas de la gris Lima. La calle no es lo suficientemente amplia como para la cantidad de taxis que por ella transitan, pero eso los taxis no parecen saberlo. No lo sabe ni el rojo ni el azul ni el amarillo creo que lo sabe el negro y por eso conduce tan a prisa huyendo y ya se le ve alejándose discurriendo de entre los escarabajos que osen cerrarle el paso. La señora pequeñita camina con pasos pequeñitos. No hay prisa, salió temprano de casa el día de hoy, así que puede caminar dándose el gusto de ir despaaacio y de, por qué no, ver qué se hace en las casas vecinas, en los mostradores de las tiendas, en las entradas de las imprentas donde siempre hay tanto papel.
Pero por qué se ha detenido la señora pequeñita? Por qué ahí, frente a esa imprenta que nunca le llamó la atención? Qué es ese bulto? Ah, la señora, casi diminuta, ha visto sobre una carretilla a un gran perro color caramelo de ojos dulsones, de orejas románticas, de hocico sonriente y de relleno antialérgico. La pequeñita señora no pudo resistirse al encanto de ese tiernísimo impostor de animal. Su menuda mano derecha no logra reprimir el gesto, mucho menos se contienen sus labios y ya están abriendo el estuche de sonrisas para sacar la de eventos “sensibilidad candorosa” y a los pocos segundos tenemos la escena: anciana de 70 años frente a un peluche voluminoso le mira enamorada, peñisca su cachete y le dice monísimo.
Hace mucho que la señora no le dice a nadie que es “monísimo”. Esa era su palabra preferida, pero ya no se la dice a nadie. “No la merecen” pensó una mañana en que quiso ir al parque de las leyendas y nadie quiso acompañarla pretextando lo mismos pretextos cuando ella le pedía a alguien salir a pasear. Ese día, ese día que empezó a sentirse demás, las personas se le hicieron de-a-menos. Así ya nadie mereció su “monísimo” que sonaba en tres golpes de voz cuando lo pronunciaba ella, y es que en su bullente contentura el “si” se consumía en rayuelas de color y la pujante sonrisa incontrolable que impedía el pronunciar mas palabras… Y quien nesecitaba palabras con aquella sonrisa descalabrante?
Fue una buena tarde para el de relleno antialérgico y para aquella que padecía congénitamente de alergias a la decepción… Impostor sin expresión, tu jamás podrás pretextear
miércoles, 12 de mayo de 2010
Cuando Poe me enseñó a leer

Cuando tenía nueve años, en vista que aún no era usual tener más que unos cuantos canales nacionales en TV, recuerdo que solía estar inquieta por hacer algo; a veces miraba por la ventana la cotidianidad de mis vecinos, otras tantas solía dibujar y eso me podía ocupar horas pues ya desde pequeña tenía la manía de ser minuciosa, pero había ocasiones en que ambos recursos se agotaban y empezaba nuevamente a dar vueltas en mi sala. A veces las vueltas eran literalmente girar y girar como un planeta, mientras pasaba la tarde. Sin permiso para salir de casa, pues mis padres siempre han temido lo peor, y para ellos lo peor está en las calles, las tardes después del colegio, después de terminar las tareas, eran largas, y las horas en casa pasaban lentas.
Una de esas tardes, decidí curiosear en el estante de madera en que mi padre guardaba libros y huacos. Ahora que lo recuerdo eran más los huacos que los libros, pero para ese entonces a mí me parecían muchos sus libros y me gustaba leer los títulos. Los libros gordos de contabilidad ocupaban la mayor parte, pero a un costado se encontraban libros de diferente faz. Me llamó la atención un título: Narraciones extraordinarias.
Un par de días después el título no se me había quitado de la cabeza. La palabra "extraordinario" me resultaba atrayente. Me animé a sacar el libro y me encerré en mi habitación. Leí al azar. El primer cuento fue "El corázón delator". Al terminar de leerlo mi cuerpo temblaba. No era miedo, era una intensa alegría. Junto al protagonista, odié inmensamente el ojo nublado de ese viejecito, éxperimenté los escalofrios que este le provocaba, entendí que ese ojo y yo no podiamos seguir coexistiendo, se tenía que tomar medidas radicales, fui perversamente feliz cuando cometimos exitosamente la aniquilación de ese endemoniado ojo, suspiré aliviada cuando escondimos su cuerpo, me sentí nerviosa cuando la policía tocó a la puerta, y empecé a sudar frio cuando en mis oidos empezó a retumbar un sonido hueco como un reloj envuelto en algodón... Fueron tantas emociones juntas y todo en unas cuantas páginas. Mi hermana mayor entró al cuarto y me preguntó qué hacía. No le respondí. No podía soltar el libro. Inmediatemente seguí con "El gato negro", mi cuerpo casi flotaba. Y después "El escarabajo de oro", mis dedos corrían por pasar a la siguiente escena. Y luego "La carta robada", éxtasis. Y ya al borde de la locura, "Asesinatos en la rue Morgue". Fueron esos cinco relatos que el azar fortuna eligió ese día para mí.
Ese puñado de cuentos cambió para siempre mi vida. Si bien así empezó mi insana inclinación al misterio, a la locura y a la muerte; también despertó en mí el deseo de vivir más, de tener más recuerdos, de conocer más lugares, de saltar en el tiempo, de hacer mil y un cosas, de ser en diferentes cuerpos, de vivir muchas vidas pues una me era insuficiente. Descubrí el placer de leer. Aunque desde ese entonces he leido muchas cosas más, y he ampliado vertiginosamente la biblioteca que inició mi padre, Poe siempre ocupará un lugar preferencial, mejor dicho el justo lugar que en ella merece.
domingo, 9 de mayo de 2010
CAUSAS QUE SON PERDIDAS

1.- Lograr sacar las manchas de tinta negra que quedaron en mi blusa blanca.
2.- Entender lo que quiere decir Kant en Crítica de la razón pura.
3.- Mantener mi biblioteca ordenada
4.- Dejar de comprar maniáticamente libros cuando algunos de ellos difícilmente los leeré algún día.
5.- Escuchar con calma a las personas que dicen necedades.
6.- Relacionada a la anterior, no echar a volar a quienes me preguntan qué pienso hacer con mi vida.
7.- No sentirme nerviosa al hablar en público.
8.- Evitar ser alimento de zancudo.
9.- Conseguir hablar inglés sin interrupciones mentales de castellano y francés.
10.- Recordar los rostros y nombres de los conocidos en tercera generación (amigos de mis amigos).
11.- Comer verduras picadas en tamaño extra large.
12.- Dejar de comer chucherías cuando estoy ansiosa.
13.- Compartir mis más oscuros pensamientos con mi sicoanalista. Me da roche.
14.- Bailar coordinadamente, coherentemente y sustancialmente.
15.- Salir de mi cuarto cuando hay visitas, para mí desconocidas, en casa.
16.- Celebrar mi cumpleaños.
17.- Ver el mar sin pensar en la lista de personas a las que lanzaría en él. Es inevitable, por eso el mar me hace sentir tan bien.
18.- No llorar en las escenas melodramáticas de las películas, novelas, series, y dibujitos.
19.- Resistirme a entrar en una galería o museo cuando paso cerca.
20.- Volver a dibujar en mis ratos libres.
21.- Hablar pausadamente cuando estoy acelerada.
22.- Sentirme responsable de que todo tenga que salir bien cuando todo empieza a salir mal.
23.- Negarme a ayudar a mi padre.
24.- Disimular que estoy incómoda cuando estoy incómoda.
25.- Y la top top top: Sobrevivir al día de la madre con éxito. Es decir, yo sin sentimientos de culpa; y ella sin proclamas de que no vale la pena ser madre.
sábado, 1 de mayo de 2010
Ni tan víctimas, ni tan virtuosas

Ellas se sientan juntas, salen al recreo juntas, juegan juntas, van al baño juntas, y los molestan juntas. Ellas son 12 y ellos 2. La diferencia cuantitativa es marcada. Inicialmente, hubo espacio para las contemplaciones. Pero reconocidos a detalle, la cortesía entre desconocidos cedio a la implacable confianza de los que se han medido y pesado y saben cuál es el lugar que ocupan en el mundo. O sabes cuál es o aprendes pronto a que ya te designaron uno. Además, tienen 10 años. Son niños, y los niños pueden ser muy crueles.
B y D, descubrieron pronto que convivir con 12 chicas puede ser dificil. Pueden no golpearte en el recreo, pero sus miradas son capaces de reducirte a la nada; y sus palabras pueden ser tremendamente hirientes... Alguna vez alguien te dijo: "ojalá que te vayas y no vuelvas" y 11 personas más corearon: "sí, que se vaya, que se vaya" mientras te miraban sin verte? Parece simple, pero para hacer daño no es necesaria tanta complejidad.
Ellas acusan a D de ser sucio, y a B de ser tonto. No los invitan a jugar, y en clase si quieren participar en los grupos de trabajo, no los escuchan. B y D, hablan entre sí para corroborar si sus voces las oye alguien.
B y D viven en un mundo que pocos sospechan. Para B y D, el mundo es de las chicas. Ellas colocan las reglas, dirigen los grupos, coordinan los juegos, obtienen las más altas calificaciones, y son las que representan al aula en las actividades generales.
En lo posible, intervengo. Pero las maquiavelicas mentecillas de esas niñas escapan a mi control. En conjunto se las he encargado a la sicóloga; a la par, le he encomenado a B y D, para que no terminen odiando a las mujeres por el resto de sus vidas.
Probablemente es mi debilidad hacia los débiles lo que hace que B y D me parezcan adorables; sobre todo D que cuenta historias muy extrañas sobre muertos vivientes, y que por estas extrañas historias es aún más marginado por las chicas... Esas pequeñas niñas aparentemente indefensas.
Dejo en la arena cualquiera de mis rezagos feministas. No soy de una bando ni del otro. Si, finalmente, basta solo las circunstancias "adecuadas" para comprobar que la mujer puede ser tan abusiva como cualquier hombre; entonces, solo somos circunstancias. Y a veces, pues sí, podemos perfectamente ser malas, muy malas.
martes, 6 de abril de 2010
Los insectos de mi vida - Parte I
La predilecta de Drácula
Al entrar a mi habitación tendrás la impresión inmediata de un aroma menjunje. Una combinación de alcohol, mentholatum y timolina. Si encontrase algún otro medicamento, también lo aplicaría. Pero son solo estas tres cosillas las que conozco para aminorar el escozor y la inflamación.
Cada mañana aparece una nueva marca. Un punto rojo minúsculo que antes que ser visto es sentido, antes que ser punto rojo es una porción de piel que pica. Cuando empieza esa sensación m digo: "No te rasques, si lo haces perdiste". Y generalmente pierdo. Me rasco, la picadura se infecta, la piel se inflama, y la marca queda de por vida.
He pasado noches en vela con baygon-estaca en mano para matarlo, pero es astuto, y no aparece el día que estoy preparada para enfrentarlo. He intentado cazarlo durante las primeras horas del día cuando sé que debe estar dormitando resultado de su noche de ataque, cuando sé que debe estar hinchado resultado de su gula excesiva... pero mis resultados, a diferencia de los suyos, han sido infructuosos. Drácula es una realidad invisible para mí.
"Tu sangre debe ser dulce" me ha dicho mi madre. Es una explicación posible. Pero no puedo asegurarlo. Lo que yo sé es que Drácula vive en mi habitación, que es inmortal, que lo odio infinitamente, y que para él yo debo ser como una fruta. Tal vez un durazno.
Al entrar a mi habitación tendrás la impresión inmediata de un aroma menjunje. Una combinación de alcohol, mentholatum y timolina. Si encontrase algún otro medicamento, también lo aplicaría. Pero son solo estas tres cosillas las que conozco para aminorar el escozor y la inflamación.
Cada mañana aparece una nueva marca. Un punto rojo minúsculo que antes que ser visto es sentido, antes que ser punto rojo es una porción de piel que pica. Cuando empieza esa sensación m digo: "No te rasques, si lo haces perdiste". Y generalmente pierdo. Me rasco, la picadura se infecta, la piel se inflama, y la marca queda de por vida.
He pasado noches en vela con baygon-estaca en mano para matarlo, pero es astuto, y no aparece el día que estoy preparada para enfrentarlo. He intentado cazarlo durante las primeras horas del día cuando sé que debe estar dormitando resultado de su noche de ataque, cuando sé que debe estar hinchado resultado de su gula excesiva... pero mis resultados, a diferencia de los suyos, han sido infructuosos. Drácula es una realidad invisible para mí.
"Tu sangre debe ser dulce" me ha dicho mi madre. Es una explicación posible. Pero no puedo asegurarlo. Lo que yo sé es que Drácula vive en mi habitación, que es inmortal, que lo odio infinitamente, y que para él yo debo ser como una fruta. Tal vez un durazno.
domingo, 28 de marzo de 2010
Tu principio, Julieta, es también el mío
[Letra] Julieta Venegas - Mi Principio
Un día me voy a ir
Y no volveré jamás
Prefiero la soledad
A vivir sin mi verdad.
Un día me voy a ir
Seguro me extrañarás
Como el ave de ciudad
Se va buscando la mar.
Porque al final
Aunque esté feliz aquí
Debo emigrar
A un lugar lejos de aquí
No me entiendas mal
Que no es cosa de los dos
Parece el final, pero es mi principio.
Un día me voy a ir
y no volveré jamás.
Prefiero la soledad
A vivir sin mi verdad.
Porque al final
Aunque esté feliz aquí
Debo emigrar
A un lugar lejos de aquí
No me entiendas mal
Que no es cosa de los dos
Parece el final, pero es mi principio
No me entiendas mal
que no es cosa de los dos
Parece el final, pero es mi principio.
Un día me voy a ir
Y no volveré jamás
Prefiero la soledad
A vivir sin mi verdad.
Sin mi verdad
Sin mi verdad
Un día me voy a ir
Y no volveré jamás
Prefiero la soledad
A vivir sin mi verdad.
Un día me voy a ir
Seguro me extrañarás
Como el ave de ciudad
Se va buscando la mar.
Porque al final
Aunque esté feliz aquí
Debo emigrar
A un lugar lejos de aquí
No me entiendas mal
Que no es cosa de los dos
Parece el final, pero es mi principio.
Un día me voy a ir
y no volveré jamás.
Prefiero la soledad
A vivir sin mi verdad.
Porque al final
Aunque esté feliz aquí
Debo emigrar
A un lugar lejos de aquí
No me entiendas mal
Que no es cosa de los dos
Parece el final, pero es mi principio
No me entiendas mal
que no es cosa de los dos
Parece el final, pero es mi principio.
Un día me voy a ir
Y no volveré jamás
Prefiero la soledad
A vivir sin mi verdad.
Sin mi verdad
Sin mi verdad
domingo, 14 de marzo de 2010
La 1era lección de Nicolle
Mientras conversaba con su madre, Nicolle me miraba con curiosidad. Le sonreí. La pequeña, que ese día iniciaba clases en primer grado, me devolvió la sonrisa. Seguí conversando con su madre, y un par de minutos después, Nicolle me ofrecía un sticker. Acepté agradecida pero de manera descuidada, no sabía dónde pegar su obsequio, asi que opté en estamparlo en una esquina de mi escritorio.
La madre de Nicolle se retiraba, pero Nicolle no se movía, miraba el sticker. "Qué pasa?", le pregunté, "deseas que te lo devuelva?". Ella me dijo que no e inmediatamente se acercó, retiró el sticker del escritorio y, con cuidado, lo pegó en mi brazo. "Debes pegarlo en algo tuyo", dijo, y validó su afirmación asegurándose que el sticker se hubiera adherido correctamente. Así, en segundos, la pequeña Nicolle cuestionó mi idea básica de propiedad, y con una lógica limpia de complicaciones me desposeyó de todo salvo de mi yo.
Empezamos el año y esta es la primera lección de Nicolle.
Tengo mucho por aprender.
La madre de Nicolle se retiraba, pero Nicolle no se movía, miraba el sticker. "Qué pasa?", le pregunté, "deseas que te lo devuelva?". Ella me dijo que no e inmediatamente se acercó, retiró el sticker del escritorio y, con cuidado, lo pegó en mi brazo. "Debes pegarlo en algo tuyo", dijo, y validó su afirmación asegurándose que el sticker se hubiera adherido correctamente. Así, en segundos, la pequeña Nicolle cuestionó mi idea básica de propiedad, y con una lógica limpia de complicaciones me desposeyó de todo salvo de mi yo.
Empezamos el año y esta es la primera lección de Nicolle.
Tengo mucho por aprender.
sábado, 13 de marzo de 2010
Promesas
Hasta que la muerte nos separe? No lo creo. Lo más que puedo prometerte es que trataré de no matarte.
miércoles, 17 de febrero de 2010
ruido mucho ruido
Siento bullicio dentro mío como si hubiesen escapado los pájaros
Yo que soy una individua relativamente normal confieso lo siguiente
La relatividad de mi normalidad es desequilibrada y caprichosa
No tengo poder sobre la voluntad de mi cordura
Ella no mantiene su estadía aunque le ruegue que se quede conmigo
Se pierde completamente cuando menos lo espero, cuando más la necesito
Cordura no me dejes, le digo y ella como si fuera insana demencia se ríe a carcajadas con
una alegría loca
Cordura mi cuerpo está enfermo no me dejes, eres mi único alivio
Y ella se ríe y se va
Cordura mi cuerpo está enfermo no me dejes, eres mi único alivio
Y ella se ríe y se va
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